Alta dirección y democracia
En la teoría crítica de la comunicación organizacional se asume que
las organizaciones contemporáneas
priorizan los interés de su élite (equipo directivo, junta directiva,
etc.) sobre los interés de la mayoría de los empleados y trabajadores
(Littlejohn y Foss, 2008). El simple ejemplo de cómo fijar las prioridades
laborales en el día a día, de una forma totalmente jerárquica, sirve para ilustrar
el poder de los gerentes sobre los trabajadores. Deetz imagina que la
alternativa a este panorama es la democracia participativa, la cual tendría la
capacidad de cambiar drásticamente la cultura corporativa. En el ejemplo
anterior de prioridades laborales, el gerente podría invitar a los empleados y
trabajadores a establecer las actividades que deben llevarse a cabo diariamente
para lograr los objetivos empresariales (Littlejohn y Foss, 2008).
Para Deetz resulta imperativo que todos aquellos grupos y personas que
son afectados de una u otra manera por las decisiones corporativas
(stakeholders) tengan algo que decir en las decisiones que toma el cuerpo
directivo. Estos grupos de interés de las organizaciones se pueden concretar en
(Griffin, 2009):
·
Los “inversionistas” que se encargan de cuidar
su dinero y garantizar el retorno de su inversión.
·
Los “trabajadores”. Quienes velan por un salario
justo. Seguridad laboral, realización personal y una vida una vida digna para
ellos y sus familias.
·
Los “consumidores” para lograr que la compañía
coloque en el mercado los productos que necesitan a precios razonables.
·
Los “proveedores” para garantizar una demanda
estable de producto y plazos justos de pago.
·
Las “comunidades” y la “sociedad” en general,
para cuidar que la empresa cumpla con su responsabilidad social tanto a nivel
local como global.
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